Podemos elegir entre ser ese líder hambriento de poder y gloria, o ejercer nuestro liderazgo como una necesidad de ponernos al servicio de nuestro equipo, siempre dispuestos a dar un paso al frente para estar ahí en el momento en que ellos nos necesiten.

Fotografía de Petras Gagilas.
¿Cuál es tu opción?
Si has optado por la primera, he de reconocer que es una opción tan válida como cualquiera, y por supuesto respeto tu elección, sin embargo es muy probable que este artículo no sea para ti.
¿Cómo surge tu liderazgo?
Dándole vueltas a mil cosas que tenía en la cabeza, hace unos días que me vino este pensamiento.
¿Por qué hago lo que hago?
Desde que tengo uso de razón siempre he querido ser ese tipo de persona que se pone al frente de un grupo, guiándolos en el viaje que los llevaría a alcanzar sus objetivos, nuestros objetivos.
En ningún momento entendí el liderazgo, aunque en aquel momento no sabía que era el liderazgo, como una forma de alcanzar mis propios objetivos o de utilizar a otras personas para alcanzar el éxito y la gloria personal.
Simplemente surgió como una necesidad de marcar cierta diferencia, de apretar los dientes en momentos de dificultad, y resistirme a pensar que la rendición era una opción.
Casi sin darme cuenta esta necesidad fue evolucionando, poco a poco, a una necesidad de liderar como una forma de servicio.
Sentir la necesidad de liderar.
Desde mi punto de vista, el autentico liderazgo surge como una llamada interior, que nos urge a ayudar a otras personas a solucionar los problemas que se les presentan.
Esto no significa que, quien no haya sentido aun esa llamada, pueda acomodarse plácidamente.
Al contrario, estoy plenamente convencido que todos tenemos algo que ofrecer a los demás, sólo que probablemente no sepamos aun de que se trata, o quizás puede que tengamos miedo de fallarles.
Aunque hay quien puede resistirse a creerlo, todos tenemos la posibilidad de cambiar la vida de otras personas que quizás ni siquiera conozcamos, para bien o para mal.
Liderazgo de servicio, o egoísta.
Todos llevamos en nuestro interior la necesidad de liderar al servicio de lo que consideramos importante, por pequeño que a otros les pueda parecer, y de mostrar a otros cual es la que creemos que es la mejor opción, siempre desde nuestra experiencia, aunque sólo sea elegir el restaurante donde vamos a cenar. Normalmente, en esos momentos nos dirige el ánimo de ayudar a otros.
También es cierto que habrá quien considere que el liderazgo no es más que otra herramienta con la que ejercer influencia sobre otras personas, y que sucumba a la tentación de emplear esta influencia egoístamente. Tampoco es cuestión de que nos engañemos a nosotros mismos.
No tires esa primera piedra tan rápido.
Párate a pensar por unos minutos y explora tu pasado con detenimiento, y siendo sincero contigo mismo. Nadie va a escuchar tus pensamientos, y engañarte no te va a servir de nada.
Si ejerces, o has ejercido responsabilidades de dirección o liderazgo estoy seguro que en algún momento has caído en el error de atribuirte los éxitos alcanzados por tu equipo, o te has dejado engatusar por algún tipo de premio o recompensa que te ha hecho apartarte del camino correcto.
Es posible que lo hicieras de forma inconsciente, y posteriormente te dieras cuenta que cometiste un gran error. Incluso es probable de que repararas en ello antes de que lo hicieran otras personas, y que gracias a esto pudiste mantener intacta tu reputación.
No te flageles con mucha rapidez, todos hemos caído en ese error antes o después, y si aun no has caído estás de enhorabuena, pero me temo que no tengo buenas noticias para ti. Eres humano, y por lo tanto caerás.
Ni bueno, ni malo. Todos erramos.
Siguiendo con lo anterior, haber caído en el error de utilizar tu poder en beneficio propio, tan sólo es otra manera que tiene de exteriorizarse la mala costumbre que tenemos de seguir siendo humanos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.
Con esto sólo pretendo hacerte ver que tampoco debes juzgar a quien toma la opción de utilizar su posición liderazgo como una vía para alcanzar sus propios objetivos. Aunque ni tú, ni yo, compartamos esa opción.
Así que deja caer esa piedra que tienes en la mano preparada para ser lanzada, porque ten por seguro que si no has pecado, pecarás.
Quieres tener acceso al centro de recursos gratuitos?
Suscríbete, accede y descarga contenidos exclusivos para suscriptores.
Tu privacidad me importa. Nunca compartiré tus datos con nadie - 100% Libre de Spam
Deja una respuesta