Crear un hábito es algo muy laborioso y complejo, además de ser necesaria una considerable cantidad de tiempo y energía, para que éste realmente se asiente a un nivel casi subconsciente.

Fotografía de Ryan Li.
Es muy parecido a plantar un árbol que debemos cuidar para que crezca como es debido. No podrás desentenderte de él, o en caso de que lo hagas debes tener claro que con el tiempo se terminará secando y echando a perder.
Básicamente, cuando probamos a introducir un nuevo hábito en nuestro día a día, lo que estamos haciendo es introducir un cambio en nuestras vidas. De alguna manera estamos dando un golpe de timón a nuestra existencia.
Precisamente ese es el motivo por el cual es tan difícil mantenernos firmes en el propósito de crear, y aun más de mantener, ese hábito.
Todos en un momento dado podemos sufrir un derrumbe de hábitos, Valentina Thörner sabe bien de lo que hablo.
Llevo bastante tiempo barajando escribir una entrada con sobre esto. El motivo principal, yo también he sufrido ese hundimiento en cadena de una serie de hábitos que había establecido.
Al principio todo es de color de rosa.
Como ocurre en casi cualquier cosa, cuando te planteas dar un giro en redondo y marcar el nuevo rumbo que ha de guiar tu vida, introduciendo los cambios que consideras necesarios para ello, lo haces con ilusión y con la fe de que a partir de ese momento vas a hacer aquello que realmente quieres hacer.
Al principio tienes muy claro que es lo que quieres conseguir, y todo parece resultar bastante fácil, o como poco, estás dispuesto a afrontar esos retos que se presentan delante de ti.
Hablas del tema con tus amigos y familiares, de hecho no es raro que te conviertas en una especie de mesías de ese algo nuevo, que por supuesto crees que es algo que todo el mundo debería hacer.
Esto es lo más normal del mundo, y está bien. Es lo que cada día nos impulsa a fijarnos nuevas metas, por muy difícil que parezca la posibilidad de alcanzarlas, y conseguir lo que queremos.
Después crees que ya lo has conseguido.
Pasado un tiempo, normalmente entre seis meses y un año, tendrás la sensación de que ya has alcanzado tu objetivo, has conseguido fijar el hábito tal y como te habías propuesto. Lógico, a fin de cuentas con 21 o 30 días basta para crear un nuevo hábito, o al menos eso es lo que dice quien entiende del tema.
No importa de qué se trate, ese día fatídico llegará, a fin de cuentas eres humano. Será el día en que creas que puedes tomarte un pequeño descanso, o en el que seas capaz de encontrar alguna excusa plausible para abandonar «momentáneamente» el hábito que estabas intentando implantar en tu vida.
La verdad es que no existe un número mágico que marque un punto de no retorno a lo que ya considerabas cosa del pasado, esas personas tan sólo te cuentan sus experiencias y tratan de darte la motivación y el impulso necesario para ponerte en movimiento, para que comiences tu propio camino en la creación de buenos hábitos. Al menos así lo veo yo.
El secreto es que no hoy secreto.
Entonces, llegado el caso de que tropecemos en la misma piedra que la gran mayoría de las personas, cuál es el secreto para continuar en la senda de la persistencia.
¿Qué es lo que tienes hacer?
Toca empezar de nuevo.
Así de simple, ni hay atajos, ni hay secretos. La única forma de alcanzar tu objetivo es volver a levantarte y continuar la marcha en la dirección deseada. No busques excusas ni culpables, eres tú quien se ha equivocado.
Se humilde y asume tu error. Revisa donde te quedaste, es decir mira donde comenzó el viaje y hasta donde llegaste, y úsalo como motivación para volver a empezar.
Trata de aprender de lo ocurrido, e intenta evitar esos errores que te hicieron abandonar el buen camino.
Si por cualquier motivo, si es que lo hay, vuelves a caer. Levántate de nuevo y vuelve a intentarlo, no hay otra.
Quieres tener acceso al centro de recursos gratuitos?
Suscríbete, accede y descarga contenidos exclusivos para suscriptores.
Tu privacidad me importa. Nunca compartiré tus datos con nadie - 100% Libre de Spam
Deja una respuesta