En muy pocas ocasiones te vas a arrepentir de las experiencias vividas durante tus años de adolescencia o juventud. Al contrario, es muy probable que llegada cierta edad, te preguntes lo que hubiera pasado si te hubieras atrevido a vivir aquella aventura que tanto deseabas.

Fotografía de Nicola.
Tener esas experiencias vitales es algo que te aporta muchísimo. Me atrevería a decir que casi tanto, o más, que los conocimientos teóricos o prácticos adquiridos durante ese tiempo.
Ya comenté en otra ocasión que viajar puede ser una gran fuente de experiencias positivas. No sólo para tu desarrollo como líder, sino que también va aportar mucho a tu desarrollo personal.
Lo mismo se puede aplicar a cualquier otra actividad. Puedes iniciarte en la vida universitaria, ir a un concierto de música o una obra de teatro, aceptar un nuevo puesto de trabajo o mayores responsabilidades en el que ya tenías.
Da igual lo que sea que hagas, cualquiera de esas experiencias te abrirá una puerta que te llevará a vivir otras experiencias, y a nuevas cosas que hacer.
Qué puedo hacer?, mantener el empuje.
Si haces esto de forma más o menos habitual, mantendrás las ganas de continuar experimentando, de aprender idiomas, de pensar cosas nuevas que estudiar, o de explorar nuevas posibilidades y campos de interés.
Una de las cosas que puedes hacer para mantener ese empuje, es evitar acomodarte demasiado, o lo que es lo mismo, debes mantenerte activo mental y físicamente. En el momento en el que comiences a volverte comodón comenzarás a perder energía.
Salir de esa zona de confort en la que usualmente te encuentras, y lanzarte a la aventura con algo que siempre habías querido hacer, puede parecerte algo arriesgado, puede que incluso quieras echarte atrás después de empezar. Pero, si le das suficiente tiempo, vivirás la sensación de plenitud y satisfacción de haber alcanzado un auténtico objetivo vital, y tendrás ganas de más.
Que ha cambiado en tu YO adolescente.
¿Por qué cuando eras más joven, casi un adolescente, te atrevías con cualquier cosa? ¿Dónde ha quedado esa actitud, casi temeraria, con la que te enfrentabas a cualquier desafío?
Evidentemente, jugaban un papel muy importante las enormes dosis de energía, ganas de vivir, e impulsividad que tenías con esa edad. Da igual donde estuvieras o lo que estuvieras haciendo. Ya fuera trabajando, en el instituto, el bachiller o en la universidad, te atrevías con casi cualquier cosa.
Otro de los factores a tener en cuenta es que, en esa edad, tampoco teníamos en mente que hubiera mucho que perder. Normalmente sólo tiempo y quizás pequeñas cantidades de dinero, que dicho sea de paso, seguro que tampoco tenía la misma importancia para ti que ahora.
Pasados los años, las personas acumulamos vivencias, y comenzamos a preocuparnos por nuestra situación de cara al futuro. Así que cuando pensamos en iniciar algo nuevo, sea lo que sea, nos vemos sometidos a los prejuicios que hemos ido desarrollando, también al miedo de perder todo lo que hemos ido consiguiendo a lo largo de los años.
No hace falta romper con todo.
Es evidente que ahora tienes más responsabilidades que en aquella época, en la que posiblemente todas tus pertenencias cabían en una mochila, o un petate, y en ocasiones te podías plantear salir por la puerta rumbo a cualquier parte sin muchos problemas.
Personalmente no soy partidario de intentar vivir lo que deberíamos haber vivido. Cada cosa tiene su momento, y en cada edad hay un rango enorme de posibilidades y experiencias por vivir, tan extraordinarias como las que pudieras haber vivido con anterioridad.
En bastantes ocasiones puede que sólo sea necesario que desconectes un poco, que apagues la televisión o el ordenador para leer un libro, o que le hagas una visita a ese familiar con el que tanto te gustaba hablar. Quizás salir un rato con los amigos, para disfrutar de una buena comida o cena, mientras charlamos o intercambiamos ideas, vivencias y opiniones. Lo importante es que disfrutes de esa experiencia, sea cual sea, que intentes aprender y crecer a través de ella.
Después podrás animarte con alguna de esas actividades que siempre habías querido hacer, y que requieren de un poco más de motivación, por supuesto te recomiendo que si te embarcas en algo importante, primero lo trates con tu pareja y con tu familia. Pero por ahora, lo importante, es que arranques de nuevo la maquinaria que estimule tu capacidad de aprender cosas nuevas.
Quién sabe. Quizás algo tan simple como parar un momento, para mirar a nuestro alrededor lo que de verdad está ocurriendo, y aprender a disfrutar de ello, sea una experiencia que todos debiéramos tener muy en cuenta.
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